Black Mirror no es una distopía, es la realidad donde los anuncios convierten tu vida en una pesadilla
La séptima temporada de la antología distópica Black Mirror de Netflix ya está aquí, y el impacto del primer episodio parece haber sido mayor de lo que la plataforma esperaba.
El primer episodio, Common People, sigue a una pareja de clase trabajadora, Mike y Amanda, que se ve obligada a pagar una costosa suscripción mensual de 300 dólares para mantener con vida a Amanda tras sufrir una lesión devastadora. Esa tarifa cubre una tecnología médica revolucionaria capaz de restaurar funciones cognitivas después de un trauma cerebral.
Regalo con trampa
El acceso inicial a esta tecnología parece demasiado bueno para ser verdad: ¡la cirugía que salva vidas y permite que la tecnología funcione es gratuita! Y aunque suene muy generoso, piensa en las pantallas grandes que hoy son más baratas que nunca, con fabricantes que compensan los costos vendiendo los datos de los usuarios y llenando los dispositivos con anuncios por todas partes. Algunas de estas televisiones incluso se ofrecen gratis, pero como te imaginarás, hay truco: menos privacidad y aún más anuncios.
Pero mientras que con las televisiones el precio es “solo” tu privacidad y tranquilidad, en el episodio de Netflix la apuesta es mucho más alta. Con el tiempo, la empresa detrás de la tecnología cerebral sube el precio de la suscripción y lanza una nueva modalidad con anuncios. El paralelo es evidente — es difícil no notar cómo eso refleja la propia estrategia de Netflix.
Viviendo dentro de un episodio de Black Mirror
Ya pasaron más de dos años desde que Netflix lanzó su plan con anuncios, al mismo tiempo que fue aumentando el precio del plan estándar sin publicidad. Y la diferencia entre los dos no para de crecer. En marzo, Netflix subió el precio del plan estándar sin anuncios de 15,49 a 17,99 dólares en EE.UU., mientras que el plan con anuncios pasó de 6,99 a 7,99 dólares. Son 10 dólares más al mes — difícil de ignorar, sobre todo al mirar el costo anual: 120 dólares extra.
El aumento desenfrenado en los precios de suscripción es otro punto que Black Mirror destaca, aunque de forma algo exagerada. Para evitar los anuncios, Amanda debe hacer un upgrade a un nuevo plan sin publicidad que cuesta absurdos 500 dólares más al mes. Puede parecer extremo, pero no tanto si vemos algunos casos reales. Por ejemplo, YouTube TV: su precio mensual ha subido un 137% en la última década, de 35 dólares en 2017 a 83 en 2025. Si solo hubiera seguido la inflación, hoy costaría cerca de 53 dólares.
Y las similitudes entre el episodio y la realidad de los servicios de suscripción no terminan ahí. En el episodio, la empresa Rivermind inscribe automáticamente a los usuarios en el plan con anuncios. Eso recuerda a otro gigante tecnológico: Amazon. En 2024, Amazon lanzó una versión con anuncios de Prime Video y la convirtió en la opción predeterminada — es decir, quienes antes veían contenido sin publicidad comenzaron a ver anuncios. Para seguir con la experiencia sin anuncios, debían pagar más — y solo alrededor del 20% realmente lo hizo.
Lanzar un plan con anuncios, subir el precio del plan sin ellos y empujar a más gente a ver publicidad: es una estrategia bastante conocida. Las empresas que siguen este camino suelen decir que los anuncios “no son tan malos” y que incluso están ayudando a los usuarios a ahorrar.
Lo que no dicen es cuánto empeoran los anuncios la experiencia de uso — incluso los llamados “contextuales”, que supuestamente son menos invasivos y más relevantes, siguen interrumpiendo y deteriorando la experiencia. El episodio lleva esto al extremo: Amanda se convierte, literalmente, en un canal de anuncios. Sin darse cuenta, comienza a interrumpir sus propias conversaciones para decir mensajes publicitarios generados por el sistema de Rivermind. Y no son solo intrusivos — también son completamente inapropiados. Uno promociona un servicio de citas a su jefe; otro sugiere consejería religiosa a un estudiante. ¿La única salida? Pagar la suscripción sin anuncios (ahora renombrada como “plan estándar”), o arriesgarse a perder el trabajo y dañar sus relaciones. Dicen que la sátira es solo una exageración de la realidad — y este episodio demuestra qué tan delgada puede ser esa línea.
Demasiado cerca de la realidad
En una entrevista con Tudum, Charlie Brooker, creador de Black Mirror, contó que se inspiró para el episodio escuchando podcasts donde los presentadores cambiaban de tema repentinamente para hacer anuncios en medio de la conversación.
“Estos anuncios surgieron de un lugar gracioso, porque estaba escuchando muchos podcasts en los que los presentadores de repente dejaban el tema y comenzaban a promocionar productos — y luego regresaban al programa como si nada.”
El hecho de que la idea central del episodio venga casi directamente de la vida real —con solo un toque de imaginación— es lo que lo hace tan perturbador. Un post viral en Reddit con más de 3,100 votos lo resumió perfectamente: el episodio es como un espejo “sostenido demasiado cerca”. El autor comentó que solía pagar suscripciones premium precisamente para evitar anuncios — solo para descubrir que eso ya no era suficiente. Los servicios de streaming siguen cambiando las reglas, redefiniendo lo que significa “sin anuncios” y empujando a los usuarios a hacer más upgrades para obtener la experiencia por la que pensaban que ya estaban pagando.
“No parece solo una advertencia — parece que el episodio está mostrando dónde ya estamos. Honestamente, ESTOY HARTO DE LOS ANUNCIOS. Me suscribí a servicios premium solo para evitar eso, especialmente en mis apps favoritas. Están en todos lados. Cada app quiere que hagas un upgrade. Las plataformas de streaming siguen subiendo los precios solo para mantener la experiencia sin anuncios. Es agotador.”
Después de que el post se viralizó, el autor actualizó diciendo que canceló su suscripción a YouTube Premium.
Otro comentario popular señala que, incluso teniendo conocimientos técnicos, sigue siendo difícil evitar este mundo saturado de publicidad. La persona dice que restringe permisos de apps, desinstala las que ya no usa, usa navegadores enfocados en la privacidad y bloquea anuncios y rastreadores directamente desde el nivel DNS (algo que también recomendamos).
“Vi el episodio y se me quedó dando vueltas en la cabeza durante horas. Odio este modelo de suscripción, es exactamente lo que las empresas están haciendo con nosotros. Las suscripciones ‘sin anuncios’ de Hulu y Amazon ya no son realmente sin anuncios — algunos contenidos igual tienen publicidad. Ya estamos viviendo esto...”
¿Coches... impresoras, hornos? Las suscripciones con anuncios ahora son físicas
Quizás la parte más difícil de creer del episodio es el hecho de que los anuncios aparecían en un dispositivo que, en teoría, compras una sola vez —y no se supone que requiera suscripción. Todavía esperamos que cosas como aparatos auditivos, electrodomésticos o incluso autos sean productos, no plataformas de suscripción. Pero esa línea se está volviendo cada vez más borrosa. Más y más empresas están incorporando suscripciones, muros de pago y sí —anuncios— en cosas que hasta hace poco pensábamos que eran nuestras.
Uno de los ejemplos más recientes y absurdos viene de Jeep. Algunos de sus autos empezaron a mostrar anuncios emergentes en la pantalla del sistema de entretenimiento cada vez que el auto se detenía. En algunos casos, el anuncio —que promocionaba una garantía extendida— ocupaba toda la pantalla y aparecía varias veces al día. Tras la previsible reacción negativa en redes sociales, Jeep dijo que los anuncios eran parte del “acuerdo contractual” con el cliente, pero prometió reducir la frecuencia. Más tarde, Stellantis (la empresa dueña de Jeep) afirmó que fue un error del sistema y que el pop-up solo debía aparecer una vez, con la opción de desactivarlo de inmediato. Pero no fue tan así.
Y no termina ahí. Las impresoras también se están volviendo un servicio por suscripción. En 2024, HP lanzó el plan All-In, donde no eres dueño de la impresora — solo la rentas. Y aunque todavía no han anunciado anuncios impresos en tus documentos —o en el reverso de la hoja si no pagas extra— esa idea ya está circulando y no suena tan descabellada.
Y ahora incluso los hornos —sí, hornos— están entrando en esta tendencia. Algunos hornos inteligentes están bloqueando funciones detrás de muros de pago, el mismo principio detrás del (ya cancelado) plan de BMW para cobrar una mensualidad por activar los asientos calefactados: pagas para desbloquear algo que el dispositivo ya tiene físicamente.
A este ritmo, un futuro en el que tu horno se niegue a precalentar —o a apagarse— hasta que renueves tu suscripción, y empiece a mostrarte anuncios hasta que hagas el upgrade al plan premium, ya no es sátira distópica. Es un episodio de Black Mirror, solo que ahora con nosotros como protagonistas.