Los avisos de cookies saturaron a Europa – quizá no por mucho tiempo más
Las ventanas emergentes de consentimiento de cookies han estado atormentando a los usuarios en Europa por lo que parece una eternidad. Aparecieron como respuesta a las regulaciones europeas pro-privacidad más importantes: primero la Directiva de e-Privacy de 2009 y después el RGPD en 2018. Desde entonces, estos avisos se propagaron por todo el ecosistema europeo en línea como fuego descontrolado. La intención detrás de su introducción era sencilla: hacer que la elección del usuario fuera clara para el propio usuario. Los avisos debían alertar que el sitio que estás visitando quiere recopilar datos que podrían usarse para rastrearte.
Las cookies en sí son pequeños archivos colocados en el dispositivo del usuario. Técnicamente, guardan fragmentos de información que los sitios necesitan para funcionar o desean recordar: estados de inicio de sesión, preferencias de idioma, identificadores de analítica, IDs de publicidad y más. Las cookies esenciales son aquellas estrictamente necesarias para que un sitio funcione, como mantener intacto tu carrito de compras, estabilizar la navegación o recordar que iniciaste sesión. Por el contrario, las cookies no esenciales están ligadas a analíticas, personalización y, especialmente, publicidad dirigida. Con frecuencia implican compartir datos con terceros y habilitar el rastreo entre sitios —es decir, la infraestructura misma de la vigilancia en línea.
Por lo general, los usuarios se enfrentan a una elección: aceptar todas las cookies, rechazar las no esenciales o personalizar sus preferencias avanzando por un menú de “configuración de cookies” que suele ser un laberinto.

En teoría, este enfoque debería haber ayudado a reforzar la privacidad y la autonomía del usuario —ambos objetivos incuestionablemente positivos—, pero en la práctica generó tanto ruido que los avisos se convirtieron en un zumbido digital constante, como una mosca persistente que quieres espantar lo antes posible. Peor aún, los usuarios se han desensibilizado ante ellos. Lo que debía ser un recordatorio significativo terminó volviéndose un punto ciego, una molestia de fondo que solo quieres quitar de en medio. El acto de hacer clic en cualquier opción se volvió un gesto automático, y más seguido de lo que se admite, los usuarios suelen elegir instintivamente la primera opción, que casi siempre es “Aceptar todas las cookies”. En vez de ofrecer protección real de privacidad, el sistema presenta una opción decepcionante: una ilusión de consentimiento envuelta en una tarea obligatoria de interfaz.
La ubicuidad de los avisos de cookies ha dado lugar a un fenómeno ahora conocido como fatiga de banners de cookies. Hacerse de la vista gorda con un problema tan evidente solo funciona hasta cierto punto, y la Comisión Europea parece haber llegado a ese límite. En su nueva Propuesta de Reglamento Digital Omnibus, publicada el 19 de noviembre, la Comisión finalmente decidió aliviar la carga introduciendo nuevas reglas para los formularios de consentimiento de cookies y, potencialmente, trasladándolos por completo al navegador.
Lo que la Comisión quiere cambiar
La nueva Ley Digital Omnibus de la Comisión Europea entra en escena con el que parece un ajuste de realidad tardío. Después de años de pretender que el caos de los banners de cookies se resolvería solo, Bruselas ahora parece lista para intervenir y eliminar parte del teatro performativo alrededor del “consentimiento”.
Para comenzar, la Comisión quiere rediseñar la forma en que se pide el consentimiento. Los sitios web tendrían que ofrecer una elección genuina con un solo clic: sí o no, lo que aparentemente reduciría la carga cognitiva. Y, de forma crucial, una vez que el usuario tome esa decisión, el sitio deberá respetarla durante al menos seis meses. Es un intento directo por detener el desgaste psicológico al que todos hemos sido sometidos: esas interminables preguntas sobre si realmente queremos aceptar esas cookies o no.
Después, la propuesta traslada parte de la carga desde los sitios web hacia el navegador. En el futuro, los usuarios deberían poder configurar sus preferencias de privacidad de forma centralizada, de modo que decidan qué tipos de cookies aceptan. Los sitios deberán respetar esa configuración automáticamente. Si se implementa, esto podría romper por fin el ciclo de que te pregunten lo mismo cientos de veces en sitios que actúan como si nunca hubieran visto tu respuesta.
La Comisión también distingue entre cookies que afectan de manera significativa la privacidad y las que no. Las cookies “inofensivas”, de primera parte, usadas solo para funciones básicas o recuentos simples de audiencia ya no requerirían una ventana emergente. En teoría, esto debería reducir la enorme cantidad de banners que no sirven para nada más que evitar multas por no implementarlos.
La propuesta de hoy moderniza las “reglas de cookies”, con las mismas protecciones sólidas para los dispositivos, permitiendo que los ciudadanos decidan qué cookies se colocan en sus dispositivos conectados (por ejemplo, teléfonos o computadoras) y qué sucede con sus datos. Las nuevas reglas brindan elecciones reales a los usuarios, con un diseño simplificado y requisitos efectivos para pedir o rechazar el consentimiento. También preparan el terreno para soluciones tecnológicas que ofrecerán aún más simplificación y controles centralizados para los usuarios.
El cambio de reglas busca beneficiar no solo a los usuarios, sino también a las empresas, que según la Comisión Europea podrían ahorrar colectivamente más de 800 millones de euros al año.
Qué significa todo esto
Si se implementan en toda la UE, las nuevas reglas sobre avisos de cookies prometen eliminar gran parte del desorden visual que los usuarios han tenido que soportar durante años, reemplazándolo con una opción más simple y binaria: sí o no. Sin embargo, la transformación real vendría con el siguiente paso: permitir que el usuario establezca sus preferencias de cookies directamente en el navegador. Ese cambio marcaría un movimiento verdaderamente significativo hacia un control de privacidad más fuerte y estable. Incluso dar “sí” o “no” en cada sitio sigue sumando y alimenta la misma fatiga de ventanas emergentes, pero si esa decisión se mueve al navegador y los sitios deben respetarla durante al menos seis meses, por fin se reduciría el interminable flujo de avisos.
En esencia, lo que la UE pretende lograr con este nuevo conjunto de reglas es algo que los bloqueadores de anuncios ya han manejado con éxito. Que los avisos de consentimiento de cookies sean una fuente de irritación para los usuarios es un secreto a voces, lo que los lleva a activar filtros que los bloqueen.
Por ejemplo, los filtros de AdGuard pueden bloquear la mayoría de los avisos de cookies en tiempo real, ya sea que uses nuestras extensiones de navegador o nuestras apps independientes. Puedes ocultar banners molestos de consentimiento con el filtro de Avisos de Cookies, o bloquear cookies de rastreo y publicidad selectivamente con el filtro de Protección contra Rastreo, manteniendo tu navegación fluida sin romper la funcionalidad del sitio.
Para obtener más información sobre los tipos de cookies —como las de primera parte, las de terceros usadas para rastreo y publicidad, y las cookies dañinas que invaden la privacidad— y cómo bloquearlas eficazmente con herramientas como Autodestrucción de cookies y Filtros de Protección contra Rastreo de AdGuard, lee esta guía.
La organización europea sin fines de lucro NOYB (None of Your Business), especializada en defender derechos de privacidad y combatir prácticas ilegales de datos en Europa, ha sido durante mucho tiempo crítica de la ineficiencia generalizada de los mecanismos de consentimiento de cookies. En su análisis de la cláusula de cookies propuesta en el Proyecto de Ley Digital Omnibus, NOYB la destaca como un posible avance positivo para las empresas que no participan en prácticas de rastreo invasivo.
Como señala NOYB: “La mayoría de los sitios web no participan en publicidad o rastreo en línea, pero necesitan un banner de consentimiento para poder ejecutar estadísticas (anónimas). Hacer que este tipo de procesamiento sea generalmente legal debería, en teoría, eliminar los banners de cookies en la mayoría de los sitios ‘normales’ en Europa.”
Sin embargo, NOYB también advierte con razón que “otros diseños engañosos no se mencionan, y parte del dolor de los banners de cookies podría simplemente trasladarse a patrones que no tienen que ver con la existencia de un botón de rechazo.” Coincidimos completamente: eliminar los banners no soluciona automáticamente el problema más amplio de los mecanismos de consentimiento manipuladores. Es un riesgo real que tanto usuarios como reguladores deben tener presente.